Efrain Choque Alanoca
“Las creaciones del imaginario colectivo son instrumentos sobre los cuales los hombres nunca deberían perder el control. Dominados por fantasmas, es imposible enfrentar a cualquier futuro. El desafío consiste en crear nuevas ideas y nuevos mitos. Pero es evidente que no se trata de tirar todo por la borda y prescindir del pasado» Alberto Flores Galindo.
Las ideas que presento aquí son producto de muchas conversaciones sostenidas con Oscar Panty Neyra y los colegas del Instituto de Ciencias Sociales del Perú.
Forman parte de lo que venimos pensando y reflexionando sobre los discursos historiográficos que se han difundido entre los peruanos y tacneños en las épocas críticas de la vida nacional: ya a inicios de la república, la Ocupación chilena, y el periodo contemporáneo.
Quisiéramos partir en el presente ensayo de algunas proposiciones generales que pasaremos a sustentar en estricto.
1. Todas las reconstrucciones historiográficas parten del presente y se hacen apelando a diversos elementos propiamente cognoscitivos, así como de elementos afectivos, valorativos e ideológicos. En los discursos históricos están presentes, por ello las percepciones, las imágenes, los mitos y las utopías. Unos discursos nos trasladan a perpetuar el sistema social establecido y otros a cambiarlo.
2. La identidad sociocultural, basada en conocimientos, actitudes, valores y prácticas sociales concretas es cambiante, dinámica, y en permanente construcción. Busca responder a lo que somos –como herencia del pasado-, y a lo queremos o debemos ser. Se inserta en la lucha por la hegemonía cultural, en donde los hombres y mujeres definen y dan sentido a sus vidas. Los discursos históricos contribuyen a formar la identidad cultural.
3. Luego de la derrota del proyecto político indígena de Túpac Amaru (1782), fue impuesto a las mayorías nacionales el proyecto político de la elite criolla de origen colonial. Este proyecto tuvo un trasfondo ideológico que evolucionó tortuosamente, el que para consolidar su dominación requirió de un discurso historiográfico que idealizara su proyecto de nación. La historia oficial resultante, de carácter criollo-burgués y republicano, inventó, a su imagen y semejanza, el sagrado panteón independentista; con sus grandes mártires, próceres y héroes, orlado de símbolos y mitos diversos. Todo ello, por cierto, no para un cambio o construcción colectivo, sino para preservar el statu quo. En términos de Heraclio Bonilla esta historia oficial es la que se trasmite corrientemente en los manuales escolares y en los textos universitarios. “Su función: legitimar el presente a través de la manipulación del pasado; intentar fundar inapropiadamente, las bases históricas de la nacionalidad peruana e impedir la crítica histórica de los problemas del presente.”
EL MITO DEL ADANISMO INDEPENDENTISTA EN TACNA
4. Al hacer un balance historiográfico sobre la rebelión de Zela, el historiador Lizardo Seiner fue quién destacó lo que llamó el adanismo independentista tacneño. Plantea que el adanismo nace con la república, en la década de 1820, y sus elementos se expresan en el Congreso (1828) de la república al otorgar títulos honoríficos a diferentes pueblos que se habían destacado por aporte excepcional en la guerra “emancipadora” de España.
Fue el historiador Rómulo Cúneo Vidal, el más conspicuo representante local y nacional de esta construcción intelectualizada, al subrayar que Tacna fue "...primero entre los pueblos del Perú y único entre los comprometidos a levantarse en armas a espaldas del brigadier Goyeneche...". en junio de 1811.
Este mito, que recoge además muchos elementos de la realidad objetiva, jugó un papel descollante cuando nuestros connacionales de Tacna vivieron la difícil etapa de la chilenización.
Entonces, jóvenes intelectuales como José Jiménez Borja y Jorge Basadre – entre otros- contribuyeron a mantener “viva la llama de la peruanidad” invocando a construcciones subjetivas de este mito al recordar a los pobladores cautivos que Tacna fue el “pueblo-mártir” o el “blasón democrático”, junto a Zela y Paillardelle, en esa pequeña pero sustanciosa obra llamada el “Alma de Tacna”. La fidelidad a la “patria invisible” (Basadre) pero añorada significaba un elemento “estimulante como para resistir amenazas y llegar con mayor convicción patriótica al momento de decidir, vía plebiscito, su pertenencia territorial.” (Seiner).
EL MITO DEL ADANISMO DE LA RESISTENCIA ANTICHILENA
5. Sin embargo, como los mitos están en permanente reestructuración, fragmentación y cambio, postulamos que el mito del adanismo independentista, a partir del retorno (legal) de Tacna al suelo patrio, ha dado paso al mito de la resistencia antichilena y a otros más. En este periodo contemporáneo, los símbolos e imágenes del adanismo de inicios de la república ya no son esgrimidos en las ceremonias cívicas o prosaicas, o en las reivindicaciones del pueblo, como en la literatura histórica y los mensajes de los medios de comunicación.
6. La sociedad tacneña se ha modificado radicalmente al de hace 70 años atrás. La sociedad regional que configuraba sus relaciones económicas más desarrolladas al servicio del capital inglés, articulado al mercado boliviano tornóse al servicio del capital yanqui. Y en el lado de su economía rural cedió al avance del mercado, y junto a la presencia del Estado se transformaron las condiciones sociales y concienciales de vida. El enfrentamiento ya no era con los contingentes oficiales de la ocupación, colaboracionistas, y comerciantes extranjeros prochilenos; sino con las fuerzas del capital trasnacional, y sus agentes internos con intereses mineros, comerciales y financieros.
Ahora el mito movilizador es el que alude al recuerdo de la inigualable combatividad de artesanos, obreros, empleados, pequeños agricultores durante la guerra y la dura resistencia a la ocupación chilena en la región. Ya no se conmemora con fastuosidad las fechas cívicas del 28 de julio y el de la gloriosa jornada del 2 de mayo, como hasta antes de la guerra. Con especial lustre y emoción se recuerda el 28 de agosto y el 26 de mayo como los mayores días cívicos del pueblo. Y para la ocasión se han creado mensajes y discursos alusivos, orlados de una simbología épica (música, marchas, himnos, banderas, etc.). Desde los sectores populares, se ve el uso de esta simbología durante sus movilizaciones. Todo un pueblo como el de Ticaco participó de una marcha de protesta en contra de la instalación de la empresa minera Newmon(2009), pero enarbolando banderas peruanas y discursos sobre su tradición combativa durante la chilenización. Lo mismo puede decirse cuando la fallida lucha por el canon minero de 2007, y cuando la defensa de los recursos de Huaytire del mimo año.
Una reciente encuesta dirigida por los autores de este ensayo dio por resultado, a la pregunta sobre por qué se consideraba a Tacna como Heroica, que esto se debía a su excepcional aporte durante la resistencia antichilena (90%). Esto no hace sino corroborar la transformación y cambio del mito del adanismo republicano criollo- burgués, por el otro contemporáneo, viviente y actuante: el adanismo de la resistencia antichilena.
7. En conclusión, los mitos se reestructuran y son actuantes en la medida que responden a las vivencias de sus portadores y creyentes. Y obedecen a intereses ideologicos y a un discurso histórico determinado.
Del mito del adanismo independentista, movilizador durarte la ocupación, muy útil para afirmar la nacionalidad; se transitó al mito de la resistencia antichilena, de nuestros días, pero que pervive junto a otros de la sociedad nacional, como el de la “utopía andina” (Flores Galindo), o el de la segunda independencia por conquistar.
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