domingo, 27 de marzo de 2011

CIRCULA REVISTA NUEVA HISTORIA N° 5

Fue puesta a la luz del cielo tacneño y del mundo la revista Nueva Historia en su número 5, correspondiente al mes de marzo, cuyo director es el docente universitario Lic. Omar Nieto Cárdenas, miembro del Instituto de Ciencias Sociales del Perú. 

En este número se publica una interesante nota editorial titulada Los bicentenarios de las Juntas de América y la Rebelión de Zela en Tacna; asimismo los artículos y ensayos El bicentenario de Zela en debate de Florentino Arpa; Del mito del adanismo independentista al mito de la resistencia antichilena de Efrain Choque Alanoca; y La alternativa de la pedagogía crítica para un cambio radical de Oscar Panty Neyra. 


Se insertan notas referidas a algunas actividades académicas como el Conversatorio denominado El bicentenario del movimiento libertario de Francisco Antonio de Zela, realizado el 11 de febrero en el Auditorio del Centro Cultural Francisco de Paula Gonzales Vigil, el mismo que fue organizado por el CIADECO y la Municipalidad del Distrito de Alto de la Alianza, según invitación cursada. Participaron como ponentes intelectuales de reconocida trayectoria como Oscar Panty Neyra, Efraín Choque, Reymundo Huallpa y Fredi Quispe Lima, actuando como moderador Edgard Bolaños. En esta línea también se anuncia el Encuentro Internacional sobre los Bicentenarios de las Juntas de Gobierno de América y la rebelión de Zela en Tacna. Se desarrollará los días 15 y 16 de julio. Lo organiza la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann con su Departamento de Ciencias Sociales y entidades de la sociedad civil como el Instituto de Ciencias Sociales del Perú (ICSP) y el Centro de Investigación y Asesoramiento para el Desarrollo Comunal (CIADECO). 

La revista que comentamos se distribuye en forma gratuita, en los medios académicos locales y en librerías aledañas.

viernes, 25 de marzo de 2011

SEMBLANZAS BIOGRAFICAS SOBRE FRANCISCO ANTONIO DE ZELA (II)

Efrain Choque Alanoca

En la parte primera (I) de este artículo, difundimos dos biografías clásicas cuyos autores son los destacados historiadores de la tradición liberal Manuel Mendiburu y Rubén Vargas Ugarte, ambos son especialistas en la temática colonial y autores de sendas obras generales y de consulta.

En esta oportunidad, habíamos proyectado presentar una elaborada por Cúneo- Vidal y otra hecha por nosotros; sin embargo, creemos que resultaría de extraordinaria importancia para los lectores y los que trabajamos en la materia histórica compartir las primigenias narraciones que sobre el particular construyeron las plumas de Benjamín Vicuña Mackenna (1860) y José Belisario Gómez (1862). En este caso, se trata, pues, de las dos primerísimas narraciones sobre la vida y la acción de Zela, para lo cual nuestro autores tuvieron que acudir a fuentes escritas poco accesibles, y para suplir ello, a familiares directos del caudillo y a personas relacionadas con el movimiento insurreccional. La descripción de Vicuña Mackenna es sobria y directa, pues forma parte de una obra general: La revolución de la independencia del Perú. Desde 1809 a 1819. Lima, 1860.- Imp. del Comercio.

Distinto es el caso de José Belisario Gómez, pues narró una obra particular expresamente para perennizar a Zela como el prócer de la Independencia y al pueblo de Tacna como el primero en presentar armas anticoloniales. Sin embargo, es altamente valorada la información socioeconómica que presenta al intentar contextualizar su relato. Pero, al igual que Pedro de Ureta y Peralta, omite referirse al movimiento precedente y precursor de Túpac Amaru en la región (1781).

I. FRANCISCO ANTONIO DE ZELA
Por: Benjamín Vicuña Mackenna (Benjamín Vicuña Mackenna. La revolución de la independencia del Perú. Desde 1809 a 1819. lima 1860.- Imp. del Comercio. Págs. 180-184 272.)

“Así aconteció que el primer grito de rebelión armada en el Perú, el del animoso pueblo de Tacna, coincidiera por un singular acaso con el desastre de Huaqui (20 de junio de 1811) que dio fin à las esperanzas de libertar, de un solo golpe, el vasto vireinato. Pùsose à la cabeza de aquel temerario y generoso intento el balanzario de las cajas reales de Tacna Don Francisco Antonio de Zela, hijo de Lima, y persona cuya influencia en aquel pueblo corría parejas con su alto mérito como hombre y como patriota. Había sido su padre un gallego, (D. Alberto Zela y Neira, natural de Lugo) que como un gran número de sus co-provincianos que ilustraron con su lealtad y su abnegación la revolución de América, debía colocar a su hijo en actitud de hacer a su patria el sacrificio de su vida, empañándose el primero en defensa de su causa. El jòven Zela educòse en Lima en el seminario de Santo Toribio donde dio muestras de un notable ingenio. Su madre era natural de aquella capital, pero destinado su padre como ensayador â la callana redicen establecida en el rico mineral de Caylloma, provincia de Arequipa, siguióle en breve aquel, y aprendió à su lado su propia profesión, considerada entonces tan honorífica que se trasmitía en las familias por juro de heredad. Trasladòse, en consecuencia, de este privilejio, y poco mas tarde, el joven ensayador à la callana que se habia establecido en Tacna para fiscalizar los minerales de Tarapacâ, Puno y particularmente el rico venero de Guntajalla; y luego casòse ahì, en los primeros años del presente siglo, con Doña Maria Natividad Siles de Antequera, persona de alta respetabilidad por su familia, dando asi mayor prestijio à su posición.-Nombrado, en breve, balanzario de las Cajas reales de aquella provincia, su influjo se hizo mas poderoso y como creciera en edad y en fortuna, podia decirse que era en la época en que empezó la revolución, el vecino mas importante de aquel partido. Su carácter generoso, la altura de su espiritu y su superior inteligencia, le aseguraban, por otra parte, el respeto de las autoridades españolas, no menos que la simpatia de laos habitantes criollos. Una persona tan distinguida no podía menos de llamar la atención de los caudillos de la revolucion argentina que después del triunfo de Suipacha, dominaban casi todo el territorio del Alto Perú, y manifestaban sus planes en todas las provincias adyacentes. Belgrano no tardò mucho, por consiguiente, en ponerse en su contacto, con emisarios secretos; y mientras aquel acechaba à Goyoneche en el Desaguadero, Zela pusose con empeño en tramar una conspiracion que debia sublevar las poblaciones a espaldas del caudillo realista, interceptándoles las comunicaciones con Lima. Asociarònse en la empressa, el entusiasta patriota D. Josè Gomez, natural de Tacna, que diez años mas tarde espio en el patíbulo su valerosa constancia, el influyente vecino Capicca, el cura D. Juan Jose de la Fuente y Bustamante, hombre esforzadisimo, hermano de un distinguido magistrado que existe hoy dia en Lima, y el indígena D. Jose Rosa de Ara, de ascendiente de los antiguos caciques del lugar. Con estos auxiliares, y varios grupos de hombres armados que Zela reunió cautelosamente en su propia casa, manteniendolos ocultos, resolvióse a deponer la autoridad real, que desempañaba en aquella época un oficial Navarro, español de nacimiento, con el titulo de subdelegado. Fijòse para la ejecucion el dia 20 de junio de 1811, y llevòse a cabo sin ninguna violencia sangrienta, declarandose Zela independiente à la causa revolucionaria que sostenia el ejército argentino. Mas por una fatalidad, digna de recordarse como una singularidad histórica, aquel, ejercito fue desecho, en ese mismo dia, y al saberse la catàstrofe en Tacna, organizòse la reaccion, pues el movimiento quedò aislado, y sus caudillos reducidos à la impotencia. Uno de los oficiales de las fuerzas revolucionarias que se habia levantado, cuyo nombre se ignora, pero que era compadre de Zela, fue el autor de tan menguado complot, y poniéndolo por obra, prendió a su amigo y lo entrego a la autoridad legal. Juzgado en breve el infeliz Zela por un consejo de guerra, fuè condenado á muerte, y remitido à Lima para que, una vez revisada su sentencia, se cumpliera èsta con la pompa de un castigo notable, impuesto à aun alto empleado del vireinato. Y así habría acontecido si los poderosos parientes de Zela, particularmente el acaudalado comerciante Garcia Urrutia, su hermano político, y su hermano D. Miguel Zela, cura de la opulenta parroquia de Pasco, no hubieran interpuesto todo su empeño, y mas que esto, derramado el oro para conseguir su indulto. Consistió éste, sin embargo, en una dura prision en el castillo de Chagres, á donde fue inmediatamente encerrado, para no volver á contemplar otra vez ni su partia [patria] ni el hogar donde había dejado una esposa joven y custro años de cautiverio, por los rigores de un clima pestilente y las torturas de su confinamiento. Tal fue el triste desenlace de este temprano esfuerzo de la armas independientes en el Perú, y que, como la primera de las combinaciones revolucionarias (la de 1809 en Lima) atrajo á sus caudillos el lastimoso pero heróico fin de morir entre cadenas.- Zela, empero, mas feliz que Silva, ha recibido de la posteridad manifestaciones de una verdadera gratitud, que en realidad mereció, no solo por su martirio, sino por sus ilustres prendas de patriota.”

II. FRANCISCO ANTONIO DE ZELA

Por : José Belisario Gómez
(José Belisario Gómez El coloniaje. Imp. El Porvenir. Tacna, 1861.[1862] Págs. 28-38)

“Desde que Gayoneche recibió la comisión de que hemos hablado, concentró sus fuerzas en Zepita, con el objeto de organizarlas bien y disciplinarlas. Allí permaneció algun tiempo y veremos despues el resultado. Castelli avanzó hasta la Paz y celebró un armisticio con Goyeneche, de cuyo campamento distaba dos jornadas: dueño desde la accion de Suipicha de todo el Alto Perú y con un ejército vencedor, naturalmente atraia la atencion de las autoridades reales sobre el Desaguadero. Zela creyó llegado el momento de obrar, se puso en comunicacion, mediante emisarios secretos, con el Director del ejército revolucionario. Puesto, de acuerdo, con él y convencido del patriotismo de los tacneños, no trepidó proponer secretamente á algunos de ellos la realizacion de sus planes. Todos los corazones nobles tienen fibras igualmente delicadas que con vibraciones acordes responden á los dulces acentos de la libertad, y las almas de elevado temple son siempre enemigas de toda opresion. Y por esto el llamamiento de Zela no fué desoído: y la revolucion se consumó. El 20 de Junio de 1811 se encontraban en casa de Zela y Arisaga, el vecino Capisca, el tacneño coronel D. José Gomez, Dr. D. José Barrios, D. Gavino Barrios, D. Pedro Alejandrino Barrios, D. Juan Rospigliosi, D. Felipe Gil, D. José Rosa Ara, D. Fulgencio Valdés, D. Francisco Alaiza, D. Santiago Pastrana y una parte numerosa del pueblo que habia concurrido allí, con armas y con el mayor sijilo posible. Zela designó á D, José Rosa Ara para que fuese su ayudante. Como parte de los milicianos de la guarnicion de Tacna estaba de connivencia con Zela, éste realizó la revolucion, tanto tiempo anhelada en su corazón patriota, sin derramamiento de sangre, destituyó al Sub-Delegado que era D. Antonio Rivera, segun la esposicion que tenemos á la vista, y el Coronel de milicias Navarro, si damos crédito al Sr. Vicuña Makenna, quien enumera entre los afiliados al Sr. Cura D. Juan José de la Fuente y Bustamante, cuyo dato suponemos trasmitido por el hermano de éste, hoy majistrado en Lima. Mas un paisano nuestro, digno del respeto de todo hombre virtuoso y amante de un esclarecido talento, nos afirma que en ese entonces era Cura de Tacna el Sr. Dr. D. Jacinto Aranivar, que intercedió con Zela para que pusiese en libertad á Navarro, oficial dotado de un tino muy especial para hacerse odiosísimo. Y nos parece indudable la verdad de esta última opinión, porque ha sido confirmada por una persona contemporánea á esos hechos á quien acabamos de hablar. De esta manera pacífica se consumó la primera insurreccion del Perú: ella no costó ni una sola lágrima, ningun ruido fúnebre se mezcló con los himnos entusiastas que el patriotismo elevaba á la libertad, y el pendon revolucionario, lábaro santo del amor patrio, no se manchó con sangre, como si ésta se guardase para despues correr á torrentes en mas dilatado espacio. La revolucion de Tacna por si sola no podia surgir. Las fuerzas que la sostenian y los recursos con que contaba, eran diminutos comparados con el número y poder de las tropas reales. Apoyada por Castelli, podia servir eficazmente á la causa americana; sin el concurso de él, la impotencia anulaba su accion. Desgraciadamente para todo Colombia, Goyeneche, á favor de una sorpresa y con violacion del armisticio, obtuvo en Guaqui el 20 de Junio, día en que estallò la revolucion de Tacna, un señalado triunfo sobre Castelli, que completamente derrotado tuvo que marcharse hasta Buenos-Aires donde murió en desgracia. Esta felonia de Goyeneche que le hizo merecer varias gracias de su amo el rey y el anatema de su patria, recuerda á los animales que adormecen para matar, ó aquellos hombres que abrazan para introducir el puñal aleve con golpe mas certero; pero al fin con su insigne lealtad abatió un ejército y de una manera indirecta sofocó la revolucion encabezada por Zela. El rey su amo y señor le hizo, en recompensa, grande de España, ¡cuánta grandeza para un pobre mortal! Un corazon virtuoso noble, fiel, generoso, no sospecha jamás que se le engaña. (Olmedo). Triste condicion es la de la humanidad que aun en los dias de sus mayores glorias, tiene siempre que doblegar ruborizada su frente marchita por el soplo impuro de las pasiones bastardas! Celosa de su poder y absorta en su pujanza, parece repudiar todo lo que no sea la encarnacion de su doble facultad para el bien y para el mal. Por esto cuando enorgullecida lega á las mas remotas jeneraciones el nombre de algunos de sus preclaros hijos, se apresura tambien á retener en su memoria, que es la que forma las páginas de la inmortalidad, el maldito recuerdo de su pérfido y criminal aborto. Hé ahí la causa de encontrar siempre en la historia la virtud al lado del vicio, el heroísmo seguido del crimen, y la magnanimidad perseguida por alevosa traición. Mas ¿quién fué ese traidor á su patria? Que su nombre quede envuelto en las sombras del olvido; no formamos la crónica del crimen. Añadamos sí que Camba afirma que uno de los alcaldes ordinarios qué habia entrado en la revolucion, logró, una de las noches de su ronda apoderarse de las armas que estaban en el cuartel y aprender á Zelaneira, restableciéndose en Tacna las autoridades reales, con el apoyo de 200 hombres de la guarnicion de Arica, que habia remitido el subdelegado, sabedor de lo acaecido por un aviso del Cura Benavente, partidario del rey por serlo un hermano suyo que era coronel de ejército. Es creíble que uno de los alcaldes fuese el prohombre de la reaccion, atemorizado con las consecuencias de la empresa de Zela y Arisaga, ó cediendo á las miserables y absurdas creencias de ese tiempo que hacia del rey, por estúpido y criminal que fuese, el representante de Dios sobre la tierra; es admisible tambien que consumase su traicion de la manera indicada por Camba; pero es de todo punto falso que el Cura Benavente, nunca visto en Tacna, diese aviso al subdelegado, pues éste estuvo, presente cuando el levantamiento, por ser Tacna, desde fines del siglo pasado la residencia de los subdelegados, donde éstos habian trasladado las Cajas Reales, Aduana y demas oficinas de real hacienda, no obstante ser Arica cabeza de partido. Pasando desapercibida la conversion del nombre de Zela en Zelaneira, haciendo uno de los dos apellidos de D. Alberto Zela y Neira, no podemos ni debemos dejar sin rectificacion el error del autor que nos ocupa en cuanto al tiempo que duró Tacna revolucionada: Camba supone que solo duró horas y que despues de restablecido el imperio del coloniaje, llegó el aviso oficial de la victoria de Guaqui. La Revolucion se efectuó el 20 de Junio, dia en que tuvo, lugar esta batalla, y la reaccion solo pudo cantar victoria, cinco dias despues, es decir, el 25. Reposaba Zela y Arisaga al lado de su familia, circundado de sus hijos, cuando de improviso el traidor rodea su casa y apresta en las boca-calles soldados que detengan el paso al héroe de la revolucion, si pretende fugarse; y dá orden que le prendan aunque sea haciendo uso de sus armas cargadas. D. Francisco Antonio toma entonces en sus brazos á uno de sus hijos y preséntase con él ante sus victimarios, finjiéndose con la razon estraviada. Claro es que Zela no pudo haberse hecho la ilusion de creer que se salvaria con su inocente ardid; pero sí no querria presentar á su familia el horrible espectáculo de verle tal vez asesinado en medio de ella: temió sin duda, al ver el ruidoso y bélico aparato desplegado para asir á un hombre inerme é inofensivo, ser víctima de un delito atroz; y para precaverlo se escudó con su tierno hijo pensando acertadamente que no se atreverian á cometer un infanticidio. Y debido á su estratagema fué acaso que solo le redujeran á prision. El traidor lo puso á las órdenes del subdelegado que cinco dias antes, habia huido á Arica, quién vino á Tacna con parte, de la guarnicion y con bandera negra, queriendo quizá reflejar en ella el color de su causa, y ofició á Goyeneche manifestándole lo sucedido. Mientras, sometió á Zela á un consejo de guerra y muy en breve se le condenó al patíbulo, que debia ocupar tan pronto como fuese confirmada la sentencia en Lima, lo cual no llegó á suceder. Goyeneche ordenó, en contestacion al oficio del subdelegado, que remitiesen al caudillo revolucionario á la Capital á disposicion del Excelentísimo Sr. Virei y Capitan Jeneral del Perú, D. Fernando de Abascal y Sousa, en partido de rejistro y cargado de prisiones. Zela y Arisaga permaneció, sin embargo, treinta y tres dias en prision, antes de que lo sacaran de Tacna. Pudo fugar; pero no quiso seguir este partido, aceptando resignado la muerte que se le esperaba. Su destino no era dudoso: jamás el despotismo economizó la sangre de los hombres libres: nunca respetó la vida de sus enemigos, sino en cambio de la obediencia ciega y de la degradacion brutal. Además, Zela era jefe de la insurreccion y como tal debia recibir un fuerte castigo, para prevenir, con el rigor, toda nueva tentativa: era empleado real y segun la lójica del terror era necesario infundir espanto á los demas, tratando de evitar con el miedo ya que no con la justicia de su causa, se siguiese el noble ejemplo del ilustre caudillo. Al fin Zela fué trasladado á Lima, donde le tuvieron en una de las mas antiguas, sino es la primera como hay motivo para creerlo, casa de presos, conocida entonces con el nombre de "Cárcel de Corte" que es hoy la Prefectura ó Intendencia de Policía, situada en la Calle de la Pescaderia. Precisamente en esta cárcel estuvo preso, despues que le trajeron de la ciudad de la Plata, en Abril de 1726, D. José de Antequera, del Orden de Alcántara y Promotor Fiscal de la Real Audiencia de la Plata, que fué ejecutado el 8 de Julio de 1731. El valeroso caudillo habria sufrido tranquilo, con la calma de la resignacion cristiana, el triste destino que se le señalaba, porque acostumbrado desde su juventud á mirar con religioso respeto los deberes para con la patria, y á sobrellevar con sosiego las fatigas abrumadoras de la vida, tan llena siempre de congojas y de sinsabores, de molestias y de hastio, su alma habia sido dotada tambien de aquella enerjia sublime que no se doblega ni á los pesares terribles, ni á los reveces de una fortuna cruel, ni á la repugnante espectatiya de una catástrofe segura. Para almas de este temple, la muerte es un percance de poca significacion. Y en verdad, ¡cuánto mas dichoso es el hombre que muere ganando un puesto honroso en las brillantes páginas de la inmortalidad, que aquellos otros que victimas constantemente de su fatal destino, tienen para cada hora un dolor agudo, para cada dia un tormento acerbo; y que pasando su vida solitaria; llena de tristes lamentos, solo consiguen un lugar distinguido en las lúgubres páginas del martirio ignoto! Si el despotismo fuese mejor filósofo, no seria la muerte su favorito castigo, que al alma del patriota le es menos duro morir que ver continuamente las hondas llagas de su desventurada patria. Mas, la sed de venganza hace olvidar ordinariamente las sugestiones de la venganza; y Zela y Arisaga pudo repetir la célebre esclamacion de Robespierre, en la sesion de la Convencion Francesa: "¡Alegrémonos, pues, y demos gracias al cielo, pues que hemos sido dignos del puñal de la tirania!" Empero, la sentencia pronunciada contra Zela y Arisaga no se ejecutó, porque sus deudos el Sr. Garcia Urrutia y D. Miguel Zela, Cura de Pasco, y sus numerosos amigos consiguieron que el proceso se elevase á la Real Audiencia de quien se esperaba, no se por qué, pues no habia causa ni motivo para ello, la absolucion. Sin embargo, cediendo ese Tribunal á las influencias que se pusieron en juego y sobre todo al elocuente lenguaje del oro, y sin menoscabo de su integridad por los 9,000 pesos que se repartió entre los SS. Oidores, conmutaron la sentencia de muerte en la de destierro perpetuo al Morro de la Habana. Se suplicó otra vez de este fallo, y consiguieron que lo sustituyeran con otro que imponia á Zela y Arisaga la pena de presidio a Chagres por diez años y finalizados estos a la expatriación perpetua. Durante todas las diligencias anteriores el caudillo permaneciò en la carcel de la corte, en donde estuvo preso cuatro años. Por fin, el año 1815 se le remitio a Chagares. Esta ciudad maritima es por donde en 1676 el pirata ingles Juan Morgan y pertenece a Nueva Granada, situada en el Atlantico a 70 kilometros N.O. de Panamà, y es parroquia de uno de los cantones de aquella provincia. Su población es de poco mas de 1000 almas y es el puerto mas concurrido de los pasageros que siguen la via de Panama, sin embargo de que su clima es mas mortífero que parece revolotearan en la atmosfera las masmas de la muerte. Tal es el lugar designado, como fatidico anuncio, para que Zela cumpliese su condena. Al levantar el estandarte revolucionario supo bien cuales eran las emerjencias posibles: no se declarò enemigo del coloniaje, para asegurar su propia vida. “Una revolucion es una empresa heroica cuyos autores marchan siempre entre el suplicio y la imortalidad.” Habia dicho Sant-Just en un informe en la Comision Francesa; sentencia sabia que deberia ser la inscripción obligada de todas revoluciones y que era el juicio anticipado de Zela. Este desgraciado caudillo tuvo la fatalidad de ver fracasar su empresa, sueño dorado que habia halagado su ambicion desde su juventud, sin duda porque las aspiraciones del alma son la luz profeticas de los destinos del hombre; pero no quiso que sus enemigos pudieran congratularse de haber doblegado su espiritu valeroso, y se revistiò de paciencia, virtud que quita a los despotas la satisfacciobn de obtener un triunfo completo sobre el hombre libre. Por eso dijo un jentil: “Stringat licet manus soeva cautivitas datar tamen colludere cateris, et habet aliquit magnanimitatis, cum poena sua posset rixari”. “Aunque el cruel cautiverio oprima las manos, no quita sin, embargo él jugar con las cadenas y no carece de alguna magnanimidad el poder luchar con su pena." El que vencido no puede luchar mas, arranca á sus enemigos el complemento de su victoria, maniféstadose resignado; porque como dijo Robespierre: "La virtud vencida pero sin mancha, es mas fuerte que el reino triunfante." El año 1815 fué como ya hemos dicho, el desighado, allá en los altos designios de la Providencia, para que Zela y Arisaga conquistara la corona del martirio. El patriotismo le habia hecho héroe; los tormentos del presidio le constituirían bien pronto en el desgraviado ciudadano. Desgraciado, no por que pueda considerarse tal al patriota sobre quien se acumulan trabajos para abatir la grandeza de su alma valerosa; pero sí porque es serlo ver convertidas las ilusiones patrióticas en tristes desenlaces; pretender dar libertad á su patria sin conseguir mas qué, aumentar la zaña y encono de sus enemigos. En el citado año se le remitió pues, á cumplir su condena en el Castillo de Chagres, y allí su patria era el objeto querido de su alma, y los latidos de su corazon parecian murmurar confusamente una plegaria incesante por la redencion del suélo en que moraban, sus compatriotas. Las ocasiones en que podía escribir, á su esposa: le encargaba" con él calor del caudillo esforzado, con el entusiasmo de la juventud, con el interés del patriota lá tierna solicitud de padre que tratara de formar el corazon de sus hijos para la libertad, que despertara en ellos los sentimientos nobles que les habia de conducir á afiliarse en la causa de la independencia y que les arraigara profundamente un odio implacable contra el coloniaje, haciéndoles comprender que como peruanos, y como hijos de un padre á quien se hacia sobrellevar una vida de infortunios y calamidades sincuento, estaban obligados á vengar la apresion de la una y el martirio del otro. Reducido á una estrecha prision su robustez declinó, y los rigores de un clima ingrato concluyeron con su existencia, segun se cree, el año 1819, es decir, cuatro años despues de haber entrado en el castillo, en vista del parte de 1820 pasado por el gobernador de Chagres en que dá aviso de la muerte de Zela. En su última prisión le conoció, por los años de 1814 á 1815, un oficial Jauregui, hoy residente en el Departamento de la Libertad. Nuestro ilustre caudillo, esforzado campeon de la libertád peruana, murió pues á los 51 años de edad legando á su patria el fuego revolucionario de su alma, su nombre á Tacna y su odio contra el coloniaje á su familia. Su patria en indigna retribucion le ha olvidado; Tacna....... suele acordarse que el caudillo de su primera revolucion fué un tal Zela!!!!!! “

martes, 8 de marzo de 2011

SEMBLANZAS BIOGRAFICAS SOBRE FRANCISCO ANTONIO DE ZELA (I)

Efrain Choque Alanoca

Desde la historiografía liberal se han ensayado algunas notas biográficas o semblanzas sobre la vida y la acción del prócer criollo Francisco Antonio de Zela. 

En esta oportunidad entregaremos dos biografías clásicas cuyos autores son los destacados historiadores Manuel Mendiburu y Rubén Vargas Ugarte. Ambos son especialistas en la temática colonial y autores de sendas obras generales y de consulta.

En una entrega posterior ofreceremos otras notas biográficas de este caudillo limeño redactadas por Luis Cúneo- Vidal, Lizardo Seiner y luego una escrita por nosotros. 

La investigación histórica en los últimos años ha logrado algunos datos nuevos respecto de la insurrección tacneña de 1811, sobre todo lo referido a los aspectos económicos-sociales, el carácter del movimiento político y algunos aspectos jurídicos del proceso al que sometido su líder. 
I. ZELA Y NEYRA, D. Francisco Antonio.
Por : Manuel de Mendiburu y Monet 
(Diccionario histórico-biográfico del Perú. Imp. Francisco Solis. T. XI. Lima, 1885. Págs.378-379) 

“Nacido en Lima en el año de 1768, hijo de D. Alberto Zela y Neyra, natural de Lugo en Galicia, y de doña María Mercedes Arizaga Hurtado y Mendoza que nació en Lima. 
Don Alberto fue ensayador y balanzario en Cailloma por cuyo empleo cargó 7000 pesos. 

Suprimidos allí las Cajas Reales, trasladadas a Arica, y después a Tacna, lo fue también la oficiana del ensayador. Don Alberto en esta última cuidad, casual y trágicamente por efecto de un tiro disparado de una escopeta que se creyó vacía, en el momento en que la examinaba un amigo suyo. Con este motivo le sucedió en el empleo vinculado D. Francisco Antonio, que había hecho sus estudios en el colegio seminario de Santo Toribio en Lima. 

Era hombre de instrucción, de probada valentía, y abnegada sentimientos muy nobles y patrióticos que le indujeron su deseo la emancipación del Perú, del dominio de España. Acababa de ocupar la ciudad de La Paz el ejército argentino dirigido por Castelli, y organizado el general Goyoneche en su acantonamiento de Zepita, las tropas realistas prevenidas para rechazar a aquél cuando Zela concibió la idea y que muy luego paso a ser un plan convenido, de dar el grito de independencia en Tacna, para apoyar las operaciones de Castelli, con quien se asegura estaba de acuerdo, y llamar de una manera seria la atención de Goyoneche a su retaguardia, extendiendo la insurrección hasta Tarapacá y excitando a ella a otras provincias circunvecinas. El proyecto era aventurado y expuesto , y los recursos de Tacna muy pequeños para llevar adelante tamaña empresa, en el caso de sobrevenir el menor entorpecimiento o cualquiera suceso adverso, por inesperado que fuese. El 20 de junio de 1811, día en que el ejército argentino fue vencido en Guaqui, ejecutó Zela en Tacna la revolución a la que solo pudo atreverse un ánimo tan elevado como el suyo. Reunió en su casa a la hora convenida a todos los cómplices y muchas gente armada; y con el apoyo de una parte de los milicianos que estaban en el secreto, procedió a destituir al Subdelegado Don Antonio Rivero, y al coronel Don Francisco Navarro que era del regimiento de la provincial. 

En este movimiento hecho sin efusión de sangre, ni desórdenes, figuran como colaboradores, un vecino apellidado Capisca, Don José Gómez, el doctor Don Jose4 Barrios, Don Gabino Barrios, Don Pedro Alejandrino Barrios, Don Juan Rospigliosi, Don Felipe Gil, Don José Rosa Ara (hijo del cacique del pueblo), Don Fulgencio Valdez, Don Francisco Alayza, Don Santiago Pastrana, Etc. El cura doctor Don Jacinto de Aranibar se interesó vivamente por el coronel navarro, y por este alcanzó su libertad. Corridos cinco días, y cuando no se ignoraba en Tacna la victoria del general Goyoneche en Guaqui, uno de los alcaldes, al tiempo que rondaba de noche, se apoderó del cuartel en que estaban las armas, y consecutivamente procedió a capturar a Zela. Es de suponer que la noticia de aquella batalla entró en confusión y el temor en la población, y que esto proporcionó prosélitos, al que se decidió a formar esta reacción. Acto continuo vino a Tacna tropa armada de Arica: mas ya se había restablecido la obediencia a las autoridades del rey. Zela fue sometido a juicio y condenado a muerte. Después de 33 días de prisión, se le trajo a Lima por orden del general Goyoneche: en esta ciudad tenía que confirmarse la sentencia, y entre tanto ocupó un calabozo en la cárcel de corte. 

Asegúrase que Zela pudo fugar y no quiso hacerlo, resignado con singular entereza a sobrellevar su fatal destino. En Lima se hicieron grandes esfuerzos para salvar la vida de un hombre relacionado por su familia, con otras no menos distinguidas que disfrutaban de merecidas consideraciones. Don Julián García Monterroso comerciante con fortuna y crédito, deudo político inmediato de Zela, no excusó diligencia, ni sacrificio para llevar a cabo su intento y lo consiguió, quedando reformado el fallo y conmutada la pena capital, en la de destierro perpetuo al morro de la Habana. En virtud de otra súplica se innovó aun la sentencia imponiendo a Zela diez años de presidio en el de Chagres, y terminados éstos, expatriación perpetua. 

Su prisión en Lima duró cuatro años, y en 1815 fue remitido al istmo. Allí lo insalubre del clima, y el rigor a que estaba sujeto, y los pesares que era consiguiente lo martirizasen en situación tan triste y aflictiva, pusieron término a una existencia el año 1819 y cuando contaba con 51 años de edad. 

Era casado desde el 6 de junio de 1796, con doña María Siles y Antequera Lazo de la Vega, siendo padrino de este matrimonio el coronel Don Francisco Navarro, y el párroco que lo desposó el doctor Don Fulgencio Barrios. 

Tuvo nueve hijos. Uno llamado Don José Santos, ha sido ensayador y balanzario por la República, y el menor Don Lucas, sirvió en la caballería peruana en la campaña de Junín y Ayacucho. 

En la Alameda de Tacna está esculpida en piedra una memoria de Zela, y la revolución que encabezó.” 

II. ZELA Y NEYRA, Francisco Antonio 
Por : Rubén Vargas Ugarte
(Diccionario histórico-biográfico del Perú. Edit. Milla Batres. T. IX. Lima, 1986. Pág.383) 

“Nació en Lima en 1768; murió en Chagres en 1819. Aprovechando la presencia de Castelli en La Paz, Zela y Neyra concibió el proyecto de dar el grito de Independencia en Tacna. El proyecto era aventurado. 

El 20 de junio de 1811, el mismo día en que Castelli era derrotado en Guaqui, Zela reunió a sus cómplices y con ayuda de algunos milicianos destituyó al Subdelegado Antonio Rivero y apresó al coronel Francisco Navarro. El cura doctor Aranibar se interesó por Navarro y consiguió su libertad cinco días mas tarde, un alcalde que rondaba de noche se apoderó del cuartel, en donde se guardaban las armas y procedió a capturar a Zela. 

Zela fue trasladado a Lima y hubo muchos que se interesaron por él. Por fin se le conmutó la pena por la de destierro perpetuo al Morro de la Habana. Todavía se innovó la sentencia, condenándole a 10 años de presidio de Chagres y expatriación perpetúa. En Lima permaneció unos cuatro años y en 1815 fue trasladado al istmo de Panamá. Aquí el clima insoluble y las privaciones dañaron su salud y vino a fallecer tan esclarecido proceder [prócer] de nuestra independencia el año de 1819”