viernes, 24 de junio de 2011

LA REBELION DE ZELA SEGÚN LOS ENFOQUES HISTORICOS

Efraín Choque Alanoca 
Veamos a continuación un esquema comparativo que nos permitió elaborar un acercamiento al debate en torno a las ideas historiográficas referidas a la rebelión de Francisco Antonio de Zela en este año bicentenario de la misma. 


A diferencia de lo ocurrido durante la conmemoración del centenario de la rebelión de Francisco Antonio de Zela (20 de junio de 1911), donde el único discurso histórico que monopolizó las efemérides fue el liberal-tradicional; durante el bicentenario (20 de junio de 2011) estuvo presente además el discurso crítico-nacional llamado también de la nueva historia. 

Esto revela la crisis histórica en que se debate la vieja historiografía liberal criolla, por un lado; y el surgimiento cada vez más sostenido de la historia alternativa, ligado al pueblo trabajador, por el otro. 

Tócales representar, en la ciudad de Tacna, en estos días del Bicentenario, a la primera corriente – constituida en “oficial”- a Luis Cavagnaro; y a la segunda a Oscar Panty. Cavagnaro, ligado a los grupos de poder local y a algunos de presión como a la denominada masonería, publicó una biografía titulada “Zela el adalid de la libertad” (2008); mientras que Panty, vinculado a los sectores populares y magisteriales, sostuvo sus ideas en el libro “Zela, el personaje en contexto” (2011). Hemos preparado unas líneas comparativas para un entendimiento más concreto y asequible de las propuestas que cada enfoque en cuestión construyó –y construye- sobre el movimiento de Zela. 

1. CARACTER POLITICO DE LA COYUNTURA. Llama la historia tradicional al periodo: Emancipación; en cambio, la nueva historia le denomina: Independencia. Cuestiónale la nueva historia a la historia tradicional el utilizar dicha categoría (Emancipación) procedente del derecho civil, por el cual el hijo, al cumplir la mayoría de edad, se emancipa del padre o madre; o también cuando el esclavo recibe la libertad del amo. Resulta que España no nos otorgó la libertad política, pues hubo una guerra político- militar para obtenerla. Dicha guerra fue iniciada – o reiniciada - por Tupac Amaru II en 1780, con Buitrón y Ali en Tacna, 30 años antes de  los levantamientos criollos de Zela y Paillardelle. Hasta hace poco (1980), los estudios de los historiadores tradicionales o de la historia oficial iniciaban la mentada emancipación en 1808, ocultando el aporte de indígena liderado por Tupac Amaru II y Tupac Catari. Los estudios de la historia nueva siempre se iniciaron con la revolución del cacique de Tungasuca, sin desconocer a los precursores indígenas.

2. COMPRENSION TEMPORAL DE LA COYUNTURA. Para la vieja historia la emancipación es un periodo ya concluido, en donde el hijo (el Perú) logró su emancipación de la madre patria (España) al alcanzar una conciencia madura y por tanto poder iniciar una vida independiente. Para la nueva historia, la independencia lograda en 1821-1824 en sólo política, hace falta lograr la total independencia y soberanía de las potencias extranjeras que han controlado el poder económico, político e ideológico durante la república hasta nuestros días. 

3. NOMINACION DEL ACONTENCIMIENTO. La historia tradicional trajo una novedad este año bicentenario; ya no quiso llamar “grito” o “revolución” o “insurrección”, como solían hacerlo sus primeros representantes, sino emplear el término “gesta”. Claro está manifestando sus temores hacia procesos de evidente enfrentamiento social, como los que intentó protagonizar la oportunista y pragmática clase criolla durante la independencia. Alberto Flores Galindo escribió que lo realizado por Tupac Amaru fue una revolución, debido a las transformaciones que se efectuaron en el sistema luego de su debelamiento; en cambio las rebeliones, no generan estos cambios, pero se manifiestan con acciones armadas fallidas. Los llamados gritos, conatos, son acciones de menor envergadura, pero de mucha importancia para la acumulación de fuerzas sociales y políticas. 

4. CARÁCTER DEL MOVIMIENTO. El carácter del movimiento, como se sabe revela el contenido del mismo; y al respecto la vieja historia reconoce al movimiento de Zela un carácter anticolonial sin presentar mayores pruebas fidedignas. Es decir, como si el criollo Zela habría sostenido algo más radical que lo realizado por la Junta de Buenos Aires, lo que resulta contraproducente. Como se recuerda la referida Junta en una primera etapa –la contemporánea a la rebelión de Zela- fue autonomista; es decir luchó contra el virrey local, pero aún no propuso una ruptura con el Rey de España. Eso hizo Zela en Tacna cuando los días de la rebelión: vivó a Fernando VII, la Junta de Buenos Aires y Castelli, pero denigró al gobierno de Lima. Diferente es el caso de esta Junta, cuando con Paillardelle (en 1813) pugnó un separatismo más desembozado. Por esta razón la nueva historia reconoce en la rebelión de 1811 un carácter autonomista. 

5. OBJETIVOS DE LA REBELION. Comprendiendo el carácter que le da cada enfoque histórico al movimiento podemos colegir los objetivos que le otorgan al mismo. La historia tradicional, sostiene por ello que Zela buscó instaurar un verdadero régimen anticolonial, sin sopesar objetivamente las casi nulas fuerzas militares, logísticas y programáticas al respecto. De esta incomprensión resulta, la tan mentada frase que el movimiento de Zela fue el “primer grito en América”, lo que no es cierto. En cambio, la historia crítica sostiene que sus objetivos no podían sobrepasar los propuestos por el gobierno de las provincias unidas del río de la plata para el Bajo Perú y Alto Perú: es decir, contribuir a la consolidación de este para avanzar hacia el enfrentamiento con el ejército del virrey Abascal. 

6. DIRECCION POLITICA. Mientras que la historia oficial habla de una alianza de los sectores sociales criollos, indígenas, mestizos; la historia alternativa sostiene que se trata de una rebelión típicamente criolla por los objetivos políticos esgrimidos y los cambios en la estructura política en los cortos días que duró la misma. Se refiere a los personajes que complotaron la noche del 20 de junio de 1811, y a quienes fueron designados por Zela para los cargos administrativos, políticos y militares de lo que llamó el gobierno o Comandancia de la Unión Americana. Es cierto, el programa y los bandos publicados por el líder criollo excluía de sus objetivos políticos y sociales las demandas e intereses de los sectores indígenas y negros de la ciudad. 

7.COMPOSICION SOCIAL. Sin presentar pruebas convincentes y objetivas, la vieja historia oficial, imagina que la rebelión de Zela tuvo una composición multiétnica. Es más, cree equivocadamente, en este punto, que sólo utilizando categorías étnicas se puede reconstruir la composición social del proceso en cuestión. Creemos que si se aspira a la objetividad del relato, es necesario además utilizar las categorías de clase (Heraclio Bonilla). Entonces podemos decir con más propiedad que fue un pequeño sector de criollos-comerciantes y hacendados locales vinculados a la arriería con el Alto Perú (Zela, Siles, Argandoña, Herrera, etc.) quienes dirigieron el movimiento, pero que necesitaron de aliados mestizos –comerciantes y arrieros como los Ara, vinculados familiarmente muchos de ellos entre sí. Un minoritario sector indígena campesino o comunero fue acampado en la pampa de Caramolle sólo en el cuarto día del movimiento. 

8. VISION DE LA SOCIEDAD LOCAL-REGIONAL. Echando mano de concepciones funcionalistas, la vieja historia construye el relato presentando a la Tacna de 1811 como una sociedad integrada, con “cohesión social” y “democrática” (Cavagnaro) que sólo existe en la imaginación de sus autores. Con pruebas suficientes la nueva historia reconstruye los sucesos teniendo como contexto una sociedad profundamente estratificada y en conflicto, desde la presencia colonialista española en la región y el mundo andino. 

9.ETAPAS DE VIDA DE ZELA. La historia oficial preocupada en el culto a la personalidad del líder, se desliza por una sola y única etapa de su vida: el de precursor anticolonial. El hombre es ascendido a esferas etéreas propio de los protomártires del panteón independentista. Entonces, en esta posición imaginaria presenta a Zela como un consumado liberal defensor de ideas y valores democráticos, como el de la libertad, fraternidad e igualdad. Aquí hay una confusión verdadera, pues se superponen los tiempos y espacios en el desarrollo de las ideas liberales en el Perú. La nueva historia recupera en Zela al hombre en el contexto social, político e ideológico, y por ello encuentra que su vida pública habría atravesado por tres etapas: fidelista, reformista- autonomista y de incertidumbre. 
 
10. IDEOLOGIA-HISTORIOGRAFIA. La historia oficial del movimiento de Zela trasunta la ideología criolla liberal Independentista. Esta tendencia, construyó aquel mito que consagra a Tacna como el primer pueblo donde resonó el grito de libertad en América. Esta idea mitológica, basada en el dogma y en parte en la realidad, se corresponde con aquel otro que dice que el 28 de julio de 1821 fue el momento definitivo en la ruptura de los lazos con España. En su desesperación culminante, al ver que los mitos caen ante las investigaciones históricas concretas, esta tendencia inventa otros exabruptos a saber que Zela habría sido un hermano masón o que sin su acción no se habría jurado la independencia en el Perú. 

La historia crítica considera que la erradicación de tales figuras idílicas o mitológicas requiere de sostenidas investigaciones, análisis y explicaciones, pues su arraigo es casi generalizado, a la par hay un avance muy auspicioso de las tendencias más objetivas de la construcción histórica al haber ganado espacios en los sectores populares, de maestros y escolares, como los medios de comunicación. La primera reimpresión  -al mes de la edición- del libro “Zela, el personaje en el contexto”, como la consulta por más de 50 mil cibernautas de los blogs dedicados a la rebelión, nos dicen que la nueva historia no sólo es conocida y preferida sino también que goza de muy buena salud.

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